miércoles, 29 de julio de 2020

Roja. Cae más pronto un habladora después de una cogida no consensuada.

Sin palabras, incongruente, me jacto de mi lado obscuro, me burlo del rojo y me presumo luminosa y sororaria. Más tardo en terminar mis frases mal amasadas que como el cojo de la maquila académica recojo. Tengo que aprender a citar, tengo que aprender a hacer referencias. Soy Doctora, soy académica, se supone que ya sé investigar, documentar y escribir. Diosita por favor sé sororaria conmigo y acompáñame. Como la madre Iglesia, juzgo lo negro y luego lo alabo. Me burlo de rojo y luego me visto de tal. Soy perfecta, perfectamente incongruente. Soy una sera de luz, sanadora, poderosa, pero todo se revierte hacia mi, las ojeras me delatan. Las arrugas no ceden  el rojo no ilumina y la ira no me sirve de nada. Aquí encerrada en estas cuatro paredes con una lengua que aunque joven, resbala de mi joroba a mis orejas, que luego baja por mis flácidos senos y termina en la entrepierna.  Y no sele ocurre nada, sólo amenazar. 

qué haré


qué haré


qué haré


El ácido hialurónico no hace su efecto más, el colágeno ya se me hizo bola en lo que me queda de labios, y ahora hasta me acusan de violadora. Pero ¿Qué se habrán creído? Me van a oir. Si yo solo tengo relaciones horizontales, si se empedan no es mi pedo, me la dejan fácil. Tengo que absorberles su luminosidad como la dama del sombrero negro. Qué chitas estoy diciendo, fue Stephen King quien lo escribió.

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